Teléfono Rojo
Eliseo Tejeda Olmos
Aun conociendo tanto las
palabras, por más que se busque no puede encontrarse las que den consuelo a la
Madre de Gabriela Arlene Benítez Ibarra, desaparecida desde hace tres meses y
cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el viernes pasado. El sentimiento de
impotencia se apodera de todo aquel que conoce del caso, una joven y
prometedora vida truncada por un asesino que continúa suelto y ahora resulta
que podría ser “serial”.
Tampoco se pueden encontrar las
palabras de consuelo para los jóvenes desaparecidos como el joven Alfredo
Pelayo Chávez, quien un tiempo residiera acá en Xalapa y quien no ha sido
encontrado después de que viajó a la frontera norte de México para comprar una
camioneta, hace ya varios meses.
El insoportable e indescriptible
dolor de los padres que pierden a un hijo o hija en tan desgraciadas
circunstancias no se le desea ni al peor enemigo. Solamente queda el consuelo
Divino.
Si es un “asesino serial”
entonces el peligro para los jóvenes xalapeños que viven o deambulan por esos
rumbos del norte de la ciudad está latente y demanda una investigación
profesional, científica de parte de la AVI, el brazo investigador de la
Procuraduría General de Justicia.
La Policía Ministerial cambió de
nombre dizque para mejorar, pero con lo sucedido en el puerto de Veracruz con
la arbitrariedad cometida por tres elementos de la Agencia Veracruzana de
Investigaciones en agravio de tres periodistas que cumplían tareas de trabajo
en el Servicio Forense, uno de ellos plenamente identificados con el número de
placa y el vehículo oficial que utilizan para el servicio, demuestra que las
cosas siguen igual: es decir, son elementos capacitados para otras tareas,
menos para las de investigar. Si en verdad la PGJ quiere mostrar un cambio,
entonces a estas alturas ya deberán estar presentados los arbitrarios y puestos
a disposición para sancionar su actuar, pues en nada ayudan a un Gobierno que
está empeñando en cumplir con otorgar seguridad y confianza a sus gobernados.
Porque si hombres y mujeres que
se dedican a la cada vez más difícil tarea de informar son cooptados y
agredidos por aquellos a los que se les ha encargado investigar para ayudar en
la tampoco fácil tarea de la procuración de la justicia ¿qué puede esperar el
ciudadano común, de a pie, que bastante angustiado está por los lamentables
hechos delictuosos que se han presentado en Veracruz?
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